jueves, 10 de febrero de 2011

Datos del blog


Después de dos semanas de blog nuevamente activo, quiero compartir con vosotros algunos datos. Lleva esta página recibidas 700 visitas en estos quince días y 337 visitantes únicos, lo cual no está nada mal. Además, el tiempo medio de cada visita ha sido de algo más de 5 minutos, lo que deja ver que los que entran lo hacen para leer los artículos y para comentar.


Muchísimas gracias a todos los lectores de este blog.

sábado, 5 de febrero de 2011

Contestando a un lector de este blog


Me parece interesante que surjan debates en el blog. Evidentemente en un espacio como este, donde se permite intervenir sin ningún tipo de cortapisas (a menos que se caiga en el insulto o la descalificación), deben ir surgiendo ideas interesantes que se van viendo enriquecidas con los distintos comentarios que se lanzan. Sin embargo, hay un tema que por su importancia no he querido dejarlo en un comentario más. Hay quien asegura que la palabra matrimonio debe referirse a la unión de un hombre y una mujer, pues las palabras se han de modificar según vaya estimando oportuno la sociedad. En resumidas cuentas, que podemos transformar los significados de las palabras según el pensar de cada tiempo. Añade, además, que no somos tan beligerantes cuando la palabra patrimonio se ha transformado, pues se dedica también a las mujeres ahora, cuando, según él, antaño se refería sólo a los hombres, porque las mujeres no podían tener patrimonio.

En primer lugar, matizar o corregir lo de patrimonio. Algo he estudiado de latín, aunque me acuerde más bien poco. Decir que patrimonio significaba antes la masa de bienes y dinero que tiene el hombre es columpiarse bastante. Es demostrar, más bien que no se tiene ni idea. Patrimonio, antes y ahora, no significa sino el conjunto de bienes que una persona ha recibido de sus PADRES. Queda resuelta, pues, esta primera cuestión.

En segundo lugar, hay que decir que algo que puede parecer a primera vista tan poco trascendente, como es el uso de las palabras, es sin duda una de las cuestiones más importantes para el buen funcionamiento de una sociedad y de una democracia. Decía el escritor y filósofo norteamericano R.W. Emerson que “la corrupción del hombre conduce a la del lenguaje”. Recuerden, si no, el estupendo análisis que hace de ello el gran escritor Orwell en su obra 1984 al analizar la perversión del lenguaje por los comunistas. Pero es que, además, las palabras tienen la capacidad de evocar aspectos ideales, que son los que tenemos por fundadores del conocimiento. Encontrar una palabra es encontrar un sentido. Quien se atreva a dudar de este poder evocador del lenguaje sólo tiene que intentar la experiencia de pensar sin palabras.

El relativismo y su desprecio por la verdad hace verdaderos estragos. Vivimos en una época acobardada por la posibilidad misma de que pueda haber certidumbres, una de cuyas consecuencias más perturbadoras es la facilidad con que es posible desgajar las palabras de las realidades conceptuales, que cualquier mente sana sabe que son su referente. Ese divorcio entre palabras y conceptos conduce, sobre todo, a la imprecisión y a la exageración, y ambas cuestiones son dos de las formas que asume la ignorancia, formas que favorecen y justifican las distorsiones.

martes, 1 de febrero de 2011

Almería ha mejorado


Continuamente hablamos de cosas subjetivas por sí mismas. Evidentemente existen innumerables puntos de vista sobre cualquier asunto. Es cierto, por otro lado, que muchas de estas cuestiones guardan una verdad que no depende de cada uno. Si al mirar un edificio vemos que está pintado de verde, podremos decir que es bonito o feo, dependiendo de nuestros gustos personales, pero nadie podrá dudar de que el color es verde. El ciego no lo verá o el daltónico no lo distinguirá pero el color verdaderamente es el que es, no depende de cada uno.

Lo anterior lo digo porque hay quienes se empeñan en decir que Almería no ha cambiado en estos años. No sé si yo poseo una paranoia incurable que me hace ver calles limpias y arregladas. Quizá sueñe cuando vea unos jardines bonitos y decentes. O lo mismo entro en éxtasis cuando en mi mente se figura una espléndida cabalgata de reyes. Pero creo realmente que no, que todo ello es real y que los que se hacen los tontos son los que afirman sin ningún tipo de rubor que no se ha hecho nada en Almería.

En esta vida podremos decir que determinados hechos son más o menos necesarios, mejores o peores, pero nunca se podrá negar la evidencia. Quien lo hace cae en la mentira más penosa. Y si, encima, son políticos los que se dirigen con embustes constantemente a los ciudadanos la cuestión se transforma ya en algo intolerable.

Los socialistas deben ser más sinceros y dedicarse a trabajar y cooperar más con un Ayuntamiento que ha luchado como nunca se había visto por esta ciudad. Esa es la única vía para que adquieran credibilidad frente a una ciudadanía que no se deja llevar por comentarios irreales y que sabe muy bien cómo estaba Almería con los gobiernos socialistas y como está ahora.